Estimado Hermano/a:
«MI CRISTO ROTO«, es un libro de poemas escrito en 1963 por el Sacerdote Jesuita mexicano-español Ramón Cué Romano. Narra el aprendizaje y aventura con una Cruz, con un Cristo Mutilado, comprada a un anticuario de Sevilla. El Libro es considerado una parábola.
Cuando este Miércoles Santo salimos a las calles de Jerez para hacer Estación de Penitencia, según marcan nuestros Estatutos, nos encontramos con infinidad de «Cristos Rotos«. Multitud de fieles que tenían mutilado, su Cristo, por alguna u otra razón: una enfermedad, un anhelo, una discriminación, una soledad, un error, un no haber podido cumplir su promesa con su Cofradía debido a las inclemencias climatológicas….
Todos aquellos que participamos en la Cofradía el pasado Miércoles Santo, y los que no pudisteis hacerlo, pero que os hicisteis presente desde las aceras y balcones, fuimos ese adhesivo que recompuso cada «Cristo roto«, que se caía a pedazos y que desgarraba el alma y el corazón de tantos y tantos Jerezanos que salieron al encuentro de nuestros Titulares.
Jerez necesitaba al Señor de la Salud, más que nunca, Crucificado y Caído, y precisaba mitigar sus Dolores. Fuisteis un auténtico ejemplo en la calle, con orden, rigurosidad, dando, un auténtico testimonio de Fe y mucho, muchísimo amor. Tras este Miércoles Santo, tan especial, es cuando uno se siente tremendamente orgulloso de ejercer la máxima responsabilidad dentro de nuestra Cofradía.
Además de abrir las puertas del Real Santuario para salir a la calle, Dios nos abrió, desde dentro, las puertas de su corazón, para que nos adentramos en Él y pudiésemos nutrirnos del bálsamo de su Amor infinito por todos nosotros. Qué suerte más grande ser Cofrade.
Dios ejerció de Dios y se hizo presente en las calles de Jerez, un año más, y nos eligió a cada uno de nosotros para esa tarea. La cumplisteis a la perfección y os llevasteis en vuestros corazones el abrazo de una Padre y de una Madre que nunca nos abandonan.
Muchos me habéis manifestado, por privado, que ha sido la mejor Estación de Penitencia de vuestras vidas. Ha merecido la pena, siempre merecerá la pena. Gracias de corazón. Fue un DÍA PARA AMAR, y ahora nos resta UN AÑO ENTERO POR AMOR. Sigamos haciendo Hermandad el resto de días del calendario. UN FUERTE ABRAZO PARA TODOS.